En el año del Señor de 1214, S. Francisco de Asís haciendo honor a la
tradición, estuvo en España en peregrinación a Santiago de Compostela y,
de regreso a Italia, una de las fundaciones que hizo fue el convento de
Ayllón.
Construyó una iglesia pequeña y a un lado de este templo hizo la habitación para los moradores del templo; y en él se hizo después un claustro pequeño. Cerca de este claustro estaba la celdilla en que vivió San Francisco más de 11 meses, formada de cañas entretejidas con ramas delgadas, que permaneció como el Santo la habitó más de 300 años. Hizo también el patriarca un fuertecillo y en él un pocito o fuente, cuya agua es tenida por milagrosa.
Construyó una iglesia pequeña y a un lado de este templo hizo la habitación para los moradores del templo; y en él se hizo después un claustro pequeño. Cerca de este claustro estaba la celdilla en que vivió San Francisco más de 11 meses, formada de cañas entretejidas con ramas delgadas, que permaneció como el Santo la habitó más de 300 años. Hizo también el patriarca un fuertecillo y en él un pocito o fuente, cuya agua es tenida por milagrosa.
El convento se fundó para contrarrestar el poderío de los judíos en la
villa y desde el primer momento fue amparado por el Rey Alfonso VIII,
cónyuges reales, sucesores y la nobleza. Se le concedieron privilegios
regios y eclesiásticos y fue visitado por Reyes, consortes y poderosos
Señores de Castilla.
El convento contaba con amplios espacios para albergues y descanso, así como para culto y enseñanza, y poseía además una famosa hospedería. Aún se conserva el escudo fundacional del convento, que evidencia la fecha de su fundación, pues es se trata del escudo de armas que usó el Rey, don Alfonso VIII, el de las Navas de Tolosa
El convento contaba con amplios espacios para albergues y descanso, así como para culto y enseñanza, y poseía además una famosa hospedería. Aún se conserva el escudo fundacional del convento, que evidencia la fecha de su fundación, pues es se trata del escudo de armas que usó el Rey, don Alfonso VIII, el de las Navas de Tolosa
A lo largo de seis siglos, esta mansión monacal ha sido seminario de
la Orden Franciscana, recinto donde se celebró Capítulo General en 1540 –
de trágico recuerdo por la peste y el hambre- y lugar de reuniones
históricas, como la de S. Vicente Ferrer con el futuro Rey de Aragón,
don Fernando de Antequera, en presencia del Rey niño, don Juan II, y de
su madre, doña Catalina de Láncaster, en 1411, pocos días antes del
“Compromiso de Caspe”. El Cardenal Cisneros fue otro franciscano
vinculado a este convento a través del Obispado de Sigüenza, ejerciendo
el cargo de Visitador durante varios años.
El convento tuvo 2 periodos diferentes: antes y después del incendio
de 1601. La primera fue una época de resurgimiento y poder amparada por
la nobleza castellana, cuyo apogeo culmina con el enterramiento en la
iglesia del convento del segundo conde de S. Esteban, don Juan de Luna,
hijo del Condestable.
Con el incendio de 1601 el Convento tomó la iniciativa de transformar
todas las celdas, refectorio y servicios, ampliando la capacidad con
edificaciones más sólidas. El segundo periodo fue más de actividad
social. El convento era centro de gran parte de las actividades
artesanales de la villa. En él se encontraba la panadería, zapatería y
sastrería y era Escuela de Filosofía y Letras.
La iglesia fue realizada en tiempos de D. Álvaro de Luna, mientras que
el resto del edificio es de estilo neoclásico. La cabecera del templo
era de estilo gótico y en ella se encontraba el retablo mayor que hoy se
conserva en la iglesia parroquial de Santa María la Mayor de Ayllón. La
entrada y la espadaña son del siglo XVIII.
Junto al estanque del convento hay un pequeño edificio conocido por el
“Pocito santo”, donde oraba S. Francisco.
El solar de la casa que actualmente se halla adosada a la antigua
iglesia fue anteriormente hospedería de los frailes y en ella estuvo
Santa Teresa de Jesús al menos 2 noches, cuando en 1581, habiendo
fundado el Monasterio de Soria, regresaba a Ávila por Segovia. La casa
adjunta fue construida a partir de 1736.
A partir de 1802 las malas cosechas y las enfermedades asolan la
región hasta el 1806. La población no se logra reponer antes de la
invasión francesa. Durante la misma los religiosos tienen que
dispersarse y cerrar el convento hasta el 1813.
En 1845 el Estado se hace cargo del Convento, vendiendo el retablo
mayor así como cuadros y otros efectos. En 1848 se anuncia la primera
subasta del inmueble siendo adjudicada a Cantero & Serrullo y Cía.
por el equivalente a 250.010 pesetas. Por dificultades para realizar el
primer pago la empresa no se hace cargo hasta 1850. Seguidamente empieza
la demolición, quitando puertas, ventanas, verjas y rejas y toda clase
de hierro, ladrillo, tejas y baldosas que, con la piedra, se venden
masivamente a particulares.
La reacción popular contra esta demolición y saqueo es causa de
grandes enfrentamientos con la empresa, hasta que el Gobernador Civil
ordena al alcalde de Ayllón en 1851 la paralización de las obras de
demolición.
La compañía no quiso o no pudo pagar el segundo plazo y fue cedida en
venta en 1853 a D. Antonio Meseta, quien poco después era declarado en
quiebra. El convento fue entonces ofrecido a la Diócesis de Sigüenza,
quien dispuso de los objetos de culto y sillería, confesionarios,
cuadros y otros objetos que quedaban guardados. En 1864 se inicia
nuevamente el expediente de venta y en 1902 es adquirido nuevamente por
particulares.
Hacia 1934, vinieron unos americanos y después de llegar a un acuerdo
con los propietarios, compraron los canes románicos de la casa por 2.000
pesetas. También hicieron oferta por la espadaña y se propuso
desmontarla piedra a piedra, numerándolas para montarlas de nuevo. Los
albañiles no se atrevieron a llevar a cabo obra de tal magnitud. Se cree
que fueron los emisarios del magnate americano W. Randolph Heartst
quienes negociaron la compra. Ellos fueron los que en aquella época
compraron el Claustro de Sacramenia, que fue desmontado piedra a piedra y
trasladado a EE.UU.
Posteriormente pasó a manos de diversos propietarios hasta caer en
manos del actual, que en los últimos 30 años ha sacado a la luz los
cimientos de las antiguas construcciones, tratando de restaurar cuanto
puede, siguiendo las criterios marcados según los escritos que existen
sobre el convento.Y como veréis estaréis durante un día, rodeados de mucha historia y de un lugar maravillos que esperamos que no olvidéis nunca.
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